Crucifixión
Pasión lisérgica.
Entre el martirio de San Sebastián atravesado por flechas y San Antonio ignorando a los demonios en la ventana (los dos santos protegen y curan a los enfermos), tenemos esta crudísima crucifixión realizada por el maestro Grünewald, uno de los más claros precedentes del Expresionismo Alemán (400 años antes).
¿Porqué proto-expresionista…? Pues como podéis observar, Matthias Grünewald fue un experto en mostrar dolor, angustia, violencia, sentimiento exagerado y escenas que algunos calificarían como sórdidas. Y muy poco o ningún clasicismo. Desde luego algo inusual para un artista del Renacimiento. Pero Matthias era del norte. De Baviera, para más señas, y ahí el sol brilla menos que en Florencia. De hecho, precisamente, al final del siglo XIX, Grünewald fue redescubierto y se convirtió en una figura de culto por esos jóvenes alemanes sedientos de fealdad.
Este Cristo de Grünewald es una de las representaciones más conmovedoras de la crucifixión en toda la historia del arte. Consigue transmitir es horrible agonía que sufre Jesús, con el cuerpo demacrado y retorciéndose de dolor. Un cuerpo cubierto de llagas y acribillado a espinas que tiene las extremidades completamente contrahechas por el sufrimiento extremo.
Su madre también sufre a la izquierda, desmayándose en los brazos de Juan, envuelta en una túnica de un blanco nuclear. A la derecha están Juan Bautista y un cordero, símbolo del sacrificio de JC.
En el panel de abajo, los discípulos lloran ante el cadáver de Jesús, pero la escena es menos oscuro, más luminosa que la de arriba. Después de todo el muerto va a resucitar en unos días.
Lo más acojonante de esta pintura son esas manos. Apretadas de dolor, se abren hacia el cielo. Todo con un filtro de un tinte verde amarillento en la piel, pústulas y labios azulados. Esto quizás alude a los síntomas del envenenamiento por cornezuelo del centeno, muy extendido en la Edad Media, que provocaba el llamado «fuego de san Antonio», y que además contiene un alcaloide, la ergotamina, de la que deriva el ácido lisérgico.
Quizás por eso todos los cuadros de este hombre parezcan malos viajes de ácido.