Cabeza de San Juan
Bellini fue el máximo representante del quattrocento veneciano.
La Italia del quattrocento era un hervidero de artistas e intelectuales. En Venecia, el máximo exponente era Bellini.
El artista fue un gran admirador de Mantegna al que imitó en composición y técnica, pero en su madurez (30 años… para la época era ser maduro) introdujo elementos del detallismo flamenco e incluso cierta profundidad cromática (veneciana), lo que después se llamaría Manierismo.
De hecho en este cuadro se anticipan los «excesos» del barroco (gore, naturalismo, líneas curvas…) al mostrar recien cortada la cabeza de San Juan Bautista, con sangre saliendo del cuello incluida (ahí si se pierde cierto naturalismo).
Ya debéis conocer la historia: Juan fue encarcelado por Herodes Antipas por sus discursos subversivos y hippies. En una fiesta, Salomé, la hijastra del rey y lo que hoy conocemos como stripper, bailó tan bien que éste prometió entusiasmado darle cuanto pidiera. La muchacha pidió en bandeja la cabeza del Bautista.
Y este sangriento incidente sería representado hasta la saciedad por todo tipo de artistas a lo largo de la historia del arte.
Bellini sería muy admirado en Venecia y se convertiría en el maestro de otro ilustre revolucionario veneciano: Tiziano.