
Sacra conversación
Un cuadro fuera de su lugar
Tiziano, Tintoretto y Veronese fueron los más destacados pintores de la escuela veneciana y lideraron el panorama artístico europeo durante buena parte del siglo XVI, pero tuvieron un precursor: Bellini. Este cuadro suyo fue clave para el inicio de dicha escuela.
Es una «Sacra conversazione», una tipología de cuadro religioso presidido por la Madonna y en el que figuran todo un catálogo de santos que nada tienen que ver unos con otros. Incluso el santo Job (Giobbe, el viejo desnudo que da nombre al cuadro), pertenece al antiguo testamento, por tanto, muy anterior incluso a la Virgen. Supuestamente todos están teniendo una conversación teológica que, en cualquier caso, sería telepática, porque ninguno aparece hablando.
Bellini lleva esta iconografía religiosa a otro nivel, basta compararla con la «Sacra conversazione» de Piero della Francesca (la del huevo), pintada apena una década antes. Por ejemplo, muestra a los personajes de forma mucho más naturalista y dinámica. Además, todo es armonía renacentista. Un eje de simetría (la Virgen), tres santos a la izquierda y tres a la derecha, triángulos que se equilibran entre si (las cabezas de los tres músicos, la propia Virgen, el dosel sobre ella, las cabezas de los grupos de santos, etc.). También hay compensación entre los dos santos desnudos, donde Bellini hace una demostración de su dominio anatómico. La inclusión de los tres músicos (uno de ellos portando un rabel, antecedente del violín) aumenta la armonía general de la escena.
También se nos ofrece un increíble ejemplo de perspectiva científica, inventada en ese mismo siglo. Si el cuadro estuviese aún en su ubicación original (que no lo está) en la iglesia de San Giobbe, ya alucinaríamos. Presidía un altar, tallado en mármol, que el artista utilizó para crear un perfecto trampantojo en el que consiguió una continuidad espacial altar-cuadro: la bóveda de cañón es la continuación del arco de medio punto, las columnas reales se repiten pintadas, etc. Ese espacio ilusorio, que asemejaba una capilla verdadera, nos metería de lleno en la escena religiosa, lo que se ve reforzado por la actitud de San Francisco, a la izquierda, que directamente está invitando al espectador a introducirse en el cuadro. Pero, desgraciadamente, en el siglo XIX el cuadro fue retirado de su altar por lo que se rompió el binomio, lo que produce que el cuadro no sea del todo comprensible.

Fotomontaje en el altar original de la iglesia de San Giobbe.
Aun así, la mayor virtud por la que hoy en día es conocido en el principal museo de Venecia, es la luz que emana, que crea una atmósfera mística potenciada por el dorado de la cúpula del ábside (recreación de los mosaicos bizantinos de la basílica de San Marcos). Esta luminosidad, junto al rico cromatismo, son antecedentes claros de la escuela veneciana.