Jan Van Eyck
Países Bajos, 1395–1441
Jan van Eyck fue quizás el más importante de los pintores flamencos que transformó la pintura gótica en algo nuevo, fresco e influyente.
Existe la leyenda urbana de que fue Van Eyck el inventor de la pintura al óleo. Es falso, ya que existía el óleo mucho antes (al menos en 1125) pero sí es cierto que los hermanos Van Eyck fueron los primeros flamencos en usarlo sobre tabla, y además de forma muy detallada. Contribuyeron también a efectos propios de esta técnica como las veladuras, la alta proporción de aceite en la mezcla, los trompe d’œil o el aglutinante de secado rápido.
Se trata también de uno de los primeros artistas que firmaron y dataron su obra, siendo consciente de la importancia de su oficio.
Jan van Eyck pertenecía ya a una familia de pintores en Lieja. Probablemente se inició en la miniatura, dado el detallismo de su obra y la técnica refinada. En esa época era, junto quizás a Masaccio, el único artista que quería representar «fotográficamente» la realidad.
Con 30 años empieza a pintar sobre tabla: dípticos, polípticos… y consigue trabajo en la corte de Felipe el Bueno como pintor y valet de chambre con un salario anual fijo. Se sabe que viajó como diplomático de esta corte por Italia, España y Portugal, por lo que seguramente recogería y dejaría influencias por Europa.
Pintaría en esos años sus más conocidas obras: «Virgen del Canciller Rolin» y el «Retrato del Matrimonio Arnolfini» dos pinturas revolucionarias en técnica y concepto. Gracias a ellas a Jan van Eyck se le considera el fundador del retrato occidental: Los ojos miran a menudo al espectador, siendo una innovación radical y sorprende la exactitud a la hora de reflejar modelos.
Su naturalismo desde luego era una rareza en su época. Esto sumado a lo minucioso de su pintura, la precisión en las texturas e iluminación y las nuevas búsqueda de crear ilusión de perspectiva hacen de Van Eyck casi un científico.
El arte posterior (incluido el actual) está en deuda con él.