El juicio final
El apocalipsis según Van Eyck.
Un díptico (en la otra tabla hay una crucifixión) cuyo lado derecho muestra esta delirante escena del Apocalipsis de San Juan. Detalladamente delirante, porque las pinturas de Van Eyck no se sabe si pueden ser observadas a través de un microscopio o de un telescopio. Son microcósmicas.
Dividido horizontalmente en tres áreas, el panel representa, de arriba abajo, el cielo, la tierra y el infierno. Arriba tenemos al protagonista de la película, JC, que en su Segunda Venida está rodeado de ángeles y santos. Un poco más abajo al secundario de lujo san Miguel, el arcángel de armadura dorada que está sobre los hombros de la Muerte, y en el piso de abajo a una multitud de figurantes, los condenados, que caen al infierno y son torturados y comidos por todo tipo de criaturas.
Por supuesto el género de esta superproducción es el terror. Un terror más gore, más bizarro y más perverso que cualquier obra del Bosco o Brueghel, que ya es decir. La fauna de seres malignos que nos presenta aquí van Eyck es probablemente la representación más fiel y acertada de lo que debe ser el infierno.
Van Eyck, además de presumir de técnica y sacar fuera de su sistema el lado más oscuro del artista, quiere acojonarnos. De eso se trata el Apocalipsis y el Día del Juicio.
Desde luego, cada centímetro de panel es más terrorífico que el anterior. El dolor, el sufrimiento, la tortura… Todo acumulado, amontonado, caótico. Llenos de ojos brillantes y colmillos afilados. Criaturas de todo tipo se dan un festín con los cuerpos desnudos de esta minúscula gente que representa a los que no se van a salvar el día del Juicio Final. Y con un par de huevos, Van Eyck muestra entre ellos también a reyes y altos cargos del clero. Por supuesto.