La Virgen del Canciller Rolin
Lo que pretendía ser una Madonna con un donante acabó pareciendo una cena de Navidad con la suegra.
En la escena vemos al donante, el canciller de Felipe “el Bueno”, Nicolás Rolin, orando frente a la Virgen y al niño Jesús. Y aunque la escena parece suceder en un barrio ruso aleatorio, en el cual Putin ataviado con un bisoñé es bendecido por un niño con su primera resaca, es el interior del palacio del canciller respondiendo al auge de la Devotio Moderna.
Rolin no gozaba de buena fama, pudiendo ser esta obra un lavado de imagen, donada a la catedral de Autun en sus inicios. Sin embargo, podemos ver su carácter en la ostentación de su “humilde” morada, con el suelo recubierto de mármoles recordando al del Panteón, o la calidad de las telas que cubren los muebles. A esto se une el buen hacer del propio van Eyck, quien propició ese realismo gracias a su técnica.
Además de esto, el donante se representó del mismo tamaño que la figura de la Virgen, y enfrentándose a ella y al niño Jesús con mirada desafiante. Aunque la Virgen está más bien ausente, siendo coronada por un ángel como si de Miss Autun se tratara. ¿O es Miss Lieja, o Maastrich? Pues son todas ellas y ninguna en particular. Van Eyck era capaz de crear una ciudad entera partiendo de edificios que estudió en distintos sitios.
Y precisamente es lo que se puede observar a través de la arcada de la estancia. El rico jardín del palacio del canciller lleno de especies exóticas y, al fondo, un río que divide dos ciudades unidas por un puente. La ciudad situada en el lado izquierdo está compuesta por edificios antiguos -en el lado del canciller, el incorrecto. Podría representar la vieja religión, el judaísmo. La ciudad de la derecha tiene edificios construidos en el nuevo estilo, el Gótico -está situada en el lado correcto, el de la Virgen. Representaría la nueva religión, el cristianismo.
Aunque también se ha relacionado con la contraposición entre la ciudad terrenal y la Jerusalén Celeste.