
Bi-Octans
Todo el misterio del universo en un lienzo.
Victor Vasarely había revolucionado el arte pocos en los 60 con la incorporación de efectos ópticos a la pintura: las exposiciones de 1963 en París y de 1965 en el MoMA fueron todo un terremoto, y Vasarely fue encumbrado y solicitado en todos los ámbitos… Renault le pidió un rediseño de su logo, Bowie lo llamó para su portada de Space Oddity… Estaba en la cima.
En los 70 el artista húngaro se flipó con la astrofísica y la física cuántica y quiso ir más allá en sus ambiciones. Trató de plasmar todo el misterio del universo en un lienzo. La cosmología llevada al acrílico.
El gurú del Op-Art confió en la gramática que hay en la geometría para explicar semejante misterio y lo intentó, entre otras muchas obras, con este «paisaje abstracto» que pretende la tridimensionalidad y el movimiento, dos viejas utopías inalcanzables de la pintura. Jugando a confundir lo cóncavo y lo convexo, Vasarely quiso evocar el modo en el que supuestamente se expande el universo de manera perpetua y cada vez más rápido, creando galaxias a su paso.
Lo cierto es que, casi como un milagro, en la obra de Vasarely hay movimiento. La pintura estática parece vibrar, moverse y latir si nos dejamos hipnotizar por ella.