Cerillas
Monumental prueba de la grandeza de lo pequeño.
Un paquete de cerillas en medio de la calle no sería nada extraordinario salvo que midiera 15 metros de altura por 14 de ancho. En ese caso sí; en ese caso estaríamos condenados a pararnos, alzar la vista y decir uau!. Esa es la intención artística de Claes Oldenburg, quién ha realizado por el mundo decenas de esculturas gigantes sobre objetos de nuestra vida cotidiana: que paremos nuestra marcha, alcemos la vista y digamos uau!. Nuestro asombro proviene de encontrarnos en frente de un objeto que forma parte de nuestra cotidianeidad, de nuestra sociedad de consumo, que normalmente pasa totalmente desapercibido, pero que reproducido a escala mil x mil pues sí, nos resulta chocante.
Que el arte hable de nosotros y de esta forma sentirnos reflejados en él. Nada que no hubiera pensado ya Andy Warhol, y si tiramos del hilo, nada que no hubiera propuesto ya en los años 20 el gran Marcel Duchamp.
Si hay un rasgo que identifica a Claes Oldenburg, es la monumentalización de objetos. Engrandecer lo pequeño, poner el foco en lo más sutil, efímero y vulgar, aquello a lo que nunca damos valor pero que nos acompaña en nuestro día a día.
Esa monumentalización de objetos de la vida cotidiana tenía una doble dirección: elevar nuestra vida cotidiana a la categoría de arte y a la vez, rebajar la elitización ligada al arte tradicional.
Estas ideas están en el ADN del Pop Art, que nació en los años del boom del consumismo en los EEUU de los 50, pero hoy en día, sin duda, siguen teniendo una indiscutible vigencia.
La escultura Cerillas se construyó en la Ronda de Barcelona, en una barrio popular, muy descuidado por la política municipal, que con los Juegos Olímpicos del 92 experimentó una gran reforma, dotando la zona de mejor conexión con el centro, mejores servicios, y de algunos elementos artísticos para deleite de los transeúntes. La ciudad encargó esta obra a Claes Oldenburg y a su mujer y pareja artística, Coosje van Bruggen, y no fue por qué sí. Arte popular para un barrio popular. Y es que el Pop Art es seguramente el arte más conocido, el más comprendido y el más respetado por quienes no entienden mucho de arte, el más afín a nuestro mundo; es el arte del que todo el mundo entiende y opina. Y eso está genial.
6 cerillas gigantes se abren paso en medio de la ancha avenida para hacernos pensar en la grandeza de lo pequeño. Uno de ellos está prendido, otro ya consumido, quizás para hablarnos de la rapidez de sociedad de consumo, de la fugacidad de nuestras vidas, de lo efímero de nuestro paso por la tierra. Carpe Diem.