El lamento por Ícaro
Un vuelo fatídico.
Esta fue la obra más exitosa de Draper, que le hizo merecedor de una Medalla de Oro en el mismo año. Siendo la temática mitológica su predilecta, decide recrear el mito de Ícaro, o mejor dicho, su traumático final.
El joven y soñador Ícaro era hijo de Dédalo, considerado el arquitecto más habilidoso en la antigua Grecia, él mismo diseñó y construyó el popular laberinto de Creta para encerrar al Minotauro.
Tras ciertos desafortunados acontecimientos, Dédalo debía escapar de la ciudad con su hijo, por lo que se le ocurrió fabricar unas gigantescas alas hechas con muchísimas plumas de pájaros, que uniría con cera. Añadió unas correas de piel para sujetar las alas por sus muñecas.
Cuando las alas ya estaban listas para volar, Dédalo advirtió a su hijo:
—Ícaro, no puedes elevarte en exceso, o el calor del sol derretirá la cera. Pero tampoco puedes volar muy bajo, porque si lo haces el agua mojará las plumas.
Juntos tomaron el vuelo. Ícaro estaba pletórico, no podía creerse que pudiera volar como un simple pájaro. La adrenalina recorría su cuerpo, y sintió la necesidad de experimentar, aumentó y aminoró la velocidad, giraba, hacía toda clase de piruetas en el aire.
Era joven y fuerte, por lo que era capaz de todo. Olvidó lo que le dijo su padre antes de elevarse en el aire, y tan gozoso como estaba no se daba cuenta de como cada vez subía más y más y más…
Ante tal vista panorámica, Ícaro se dejó llevar por completo y no advirtió lo próximo que estaba el sol, como sentía el calor desde su posición. La cera que mantenía la estructura de sus alas comenzó a derretirse, y antes de poder gritar el nombre completo de su padre, Ícaro se precipitó al vacío.
Dédalo, que iba por delante de él se giró angustiado porque sintió un fuerte ruido. Miró en todas direcciones hasta que dirigió la vista hacia abajo, y en el mar pudo ver la espuma aún agitada, el punto en el que había caído su hijo.
En la obra vemos el hermoso cuerpo de Ícaro fallecido, recostado sobre las alas desplegadas y las correas de cuero medio rotas. Tres ninfas de las aguas lo rodean, con un semblante triste al saber que tan apuesto muchacho haya muerto joven.
Por estas décadas era cuando el artista estaba más interesado en la mitología, hizo varios estudios preparatorios de algunos personajes.
Para las alas de Ícaro le sirvieron de modelo las aves del paraíso, una especie exótica con un plumaje de colores llamativos.
Según algunos estudiosos del artista, para Draper, Ícaro era un héroe prerrafaelita, héroes que morían, jóvenes y bellos convirtiéndose en una leyenda, como por ejemplo Aquiles.