
Entrada al Gran Canal
Tiene su punto.
Esto no es impresionismo. Aunque los impresionistas a veces usaban pinceladas fragmentadas, al final mezclaban sus colores en el lienzo. Paul Signac y otros neoimpresionistas como Seurat usaban trazos de color puro uno junto al otro y —mediante la teoría científica del color y la óptica— es nuestro ojo quien hace todo el trabajo de mezclar los colores si observamos el lienzo desde la distancia adecuada.
Signac trata aquí el color como luz, y frente a los trazos de forma bastante circular de Seurat (en forma de puntos, de ahí el nombre puntillismo), él prefiere pinceladas más largas, que según el propio artista, son influencia de los mosaicos bizantinos que había visto en su viaje a Venecia, navegando a bordo de su pequeño barco, el «Olympia», en homenaje al cuadro de Manet.
Es una Venecia de postal, con sus gondolitas, su Punta della Dogana y su Santa Maria della Salute (Signac iba a ser arquitecto antes que pintor), todo bajo un cielo rosa, amarillo y verde que parecen vibrar (ya lo dijo el artista en una ocasión: dos colores opuestos colocados uno junto a otro modifican la percepción de su verdadero color.)
A su vez, esta vibración se traslada a los reflejos del agua fusionándose con los azules.