Gran desnudo americano
Los desnudos de Wesselmann son abstracciones, un producto más del mercado.
Como reacción al expresionismo abstracto nace el Pop Art, que valora la imagen impresa, la planitud, la publicidad, los colores sencillos… De Ahí salen los Grandes desnudos Americanos de Tom Wesselmann, que vienen a ser modernas odaliscas, como las de la vieja historia del arte.
Wasselmann pervierte aún más la cosa y muestra a estas Venus capitalistas cortadas, mostrándolas por partes… a veces solo las partes que interesan, que son las tetas (en concreto los pezones), los labios y el vello púbico. Son sinécdoques que dejan claro el objeto que se quiere vender, más aún si la silueta está bien marcada y sinuosa.
¿Machismo…? Sin duda, pero al mismo tiempo una crítica al machismo, tan sutil e irónica que sólo un artista pop podría transmitirla.
Wasselmann ni siquiera le pone ojos a la cara de esa mujer que es en realidad una abstracción, un producto más del mercado, y al mismo tiempo una continuación de una de las temáticas más antiguas de la historia del arte: el desnudo. Sin duda su pasión por las odaliscas de Matisse influyeron en estos desnudos.
Wesselmann al principio hacía bodegones como los demás artistas Pop, pero en 1961 empezó esta serie uniendo collages de bocas y cuerpos recortados y le puso un título que alude al sueño americano, a la gran novela americana… Tanto triunfó que la serie llegaría a centenares de variaciones, cada vez más esquemáticas y explícitas. Más tarde haría Grandes Desnudos Americanos cada vez más grandes, y a veces llegando a las tres dimensiones, pero siempre manteniendo ese lenguaje de collage.
Con una simple imagen, Wesselmann resume las aspiraciones de la sociedad de consumo al modo publicitario, con su lenguaje persuasivo, su estética hortera, sus perversas y sensuales metonimias: rubias con gruesos labios rojos, blancos dientes que esbozan una sonrisa, marcas del moreno del biquini, poses sugerentes y cigarrillos humeantes.
La gente suele decir cosas del estilo de «Esto es un comentario sobre la cultura de las gasolineras», algo que no viene al caso. El caso es que es un comentario sobre la bella intensidad de los carteles de una gasolinera. (…) Es la intensidad visual (…), no su presencia, ni el consumo, ni lo que implican.
Tom Wesselmann