Naturaleza Muerta 30
Un bodegón de la era Pop.
Esto no es una pintura, que diría Magritte. Estamos ante objetos de verdad inscrustados en la obra.
Wesselmann no podía representar mejor una cocina americana de 1963, y a la vez la perfecta metáfora de la sociedad moderna (de aquellos idealistas años 60).
Si los bodegones clásicos pretenden mostrar abundancia, Wesselmann se muestra aquí de lo más clásico, fiel a un género que tanto servía para retratar la prosperidad como para que el artista demostrara sus habilidades técnicas, o en casos como Cézanne, para radicalizar sus experimentos pictóricos.
Algo hay de los tres objetivos en este bodegón. No es una representación —aunque en realidad sí o es—; son objetos más o menos reales reconocibles en cualquier hogar americano de clase media de la época.
Tenemos aquí un abanico de realidades: por ejemplo una puerta de nevera de verdad, después réplicas de botellas 7-Up y una maceta con flores (no de verdad, son de plástico, pero miméticas), y recortes de fotos de revistas y pegados. También hay pintura tradicional (las naranjas pintadas al óleo) e incluso una copia de un Picasso colgado en la pared.
Se mezcla lo antiguo y lo moderno, lo real y la representación, la copia fabricada en serie y lo único e irrepetible… Todo con un colorido estridente y llamativo para vendérselo a la sociedad.