Icebergs
Nada es lo mismo que el paisajismo.
Frederic Edwin Church fue un artista muy viajero. En 1859 viajó por el Atlántico Norte, por Terranova y Labrador, y ahí vio estas enormes maravillas de la naturaleza bañadas por la luz del atardecer en el Ártico. Sería imperdonable para un paisajista romántico como él no plasmar este milagro en pintura, y así lo hizo… varias veces.
Esta versión en concreto se exhibió por primera vez en Nueva York en 1861 y en la exposición sólo estaba esta pintura. Además había que pagar 25 centavos por entrar. ¿Resultado? Un rotundo éxito. La gente enloqueció con este paisaje tan hermoso, bien ejecutado y sobre todo minucioso. Si algo caracterizaba a la obra de Church es que era insoportablemente minucioso.
De Nueva York pasó a Boston y de ahí a Londres, y la fama —y fortuna— de Church fueron aumentando considerablemente. De hecho en esa época era de los pintores más famosos de Estados Unidos.
Pese al éxito hubo críticas ya que la obra carecía en un principio de cualquier tipo de narrativa o de motivo alegórico. Era un paisaje puro y duro, algo de lo más extraño en la época. Era casi como ver arte abstracto. Por eso Church le añadió un mástil de barco sugiriendo al menos un naufragio.
Algo controvertido fue también su título inicial: El Norte. Recordemos que acababa de estallar la Guerra Civil y el norte y el sur estaban en guerra. Es evidente por quién simpatizaba Frederic Edwin Church.