Rebelión en la granja
Alternativa distópica a Disney.
La novela de George Orwell narra la historia de unos animales que se hacen con la granja en la que estaban siendo explotados por un tiránico granjero. El problema es que el poder corrompe, y al final ellos mismos se convierten en los tiranos.
No hay que ser demasiado suspicaz para ver que Orwell estaba haciendo una versión en código animal de la historia de la Unión Soviética y de cómo Stalin corrompió el socialismo, pero esta fábula sirve perfectamente como alegoría de cualquier totalitarismo.
Los encargados de adaptar el libro a película fueron el matrimonio compuesto por Joy Batchelor y John Halas, que ya habían trabajado para el gobierno británico en diversas animaciones propagandísticas durante la guerra y la posguerra.
Halas & Batchelor contaron en su equipo con 80 dibujantes, que fabricaron artesanalmente 750 escenas y unos 300.000 dibujos en color durante tres años. El resultado es esta obra maestra del cine de animación, en las antípodas del cine que estaba haciendo Walt Disney en Hollywood.
Con un estilo de otra época, Halas & Batchelor presentan una especie de cuento de hadas sin príncipes ni princesas, pero con malos muy malos, como el cerdo Napoleón que se hace con la granja y acaba sometiendo al resto de animales. Lo que en principio era una utopía democrática («Todos los animales son iguales») se acabó convirtiendo en una dictadura del terror y corrupción («Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros»).