San Jorge y el dragón
Los árboles no dejan ver el bosque.
Albrecht Altdorfer pinta algo revolucionario para 1510: un paisaje. De hecho, el paisaje se lo come todo. Casi ni le da importancia a san Jorge matando al dragón, que en teoría es de lo que habla el cuadro. El tema es casi una excusa. El caballero está camuflado en una esquina, con su armadura negra, sobre un caballo blanco acabando con el monstruo (un dragón un poco extraño, por cierto).
Es evidente que lo que le interesa al pintor de la Escuela del Danubio es plasmar el paisaje. Lo llena todo de ese denso bosque. Un horror vacui vegetal, bañado en una luz verdosa y mágica que se traga todo a su alrededor. Una atmósfera misteriosa, ideal para ilustrar una historia de caballería.
Este San Jorge y el dragón es casi una obra de Expersionismo Abstracto, cuatro siglos antes de que este movimiento naciera.
Aún así, todo es figurativo y muy minucioso. Cada hoja está reflejada con detalle. Y es que con Albrecht Aldorfer, el paisaje deja de ser un telón de fondo para la acción y se convierte en protagonista directo, una anomalía artística en el Renacimiento del Norte de Europa.
Son los suyos paisajes de una modernidad asombrosa, incluso para hoy en día.