
Baccio Bandinelli
Italia, 1493–1560
Baccio Bandinelli fue un escultor y pintor florentino.
Desde muy pequeño, destacó por sus bocetos y dibujos, algo lógico teniendo en cuenta que nació en una familia de orfebres, y en aquella época la gran mayoría de artistas provenían de hogares en los que se dedicaban a las artes de algún tipo como oficio y tuvieran taller propio; era habitual que el padre enseñara a los hijos (sólo si eran varones claro, hablamos de los siglos XV y XVI, donde las mujeres lo tenían muy difícil).
Cuando su padre vio el talento precoz del niño en el dibujo, le buscó un maestro y el pequeño Baccio quedó bajo la tutela de Francesco Rustici, escultor también florentino, amigo de Leonardo da Vinci y que se había formado en el célebre jardín de San Marcos, contando con la protección de los Medici. De hecho, según Vasari, Rustici entró en el prestigioso taller de Verrocchio. Por lo tanto, Baccio Bandinelli estaba en buenas manos, progresó rápidamente como artista.
El problema de Bandinelli era su carácter impulsivo y extremadamente celoso. No era mal escultor, pero no podía compararse con otros grandes artistas como Miguel Ángel y Benvenuto Cellini. Baccio se obsesionó con ellos, rayando lo enfermizo, especialmente con Miguel Ángel, y se propuso superarlo, algo que sólo le trajo rabietas, disgustos y habladurías de los florentinos.
Cuenta la leyenda que fue él quien destruyó el cartón (dibujo preparatorio) de La Batalla de Cascina que hizo Miguel Ángel para el Palazzo Vecchio antes de marcharse a Roma, haciéndolo trocitos por pura envidia.
Sin embargo, esta antipatía que sentía hacia estos otros escultores a veces podía resultar confusa y contradictoria, convirtiéndose en una admiración y fervor absoluto. De hecho, pintó un retrato de Miguel Ángel y parece que escogió el nombre de este gran artista para bautizar a uno de sus hijos, lo que no puede resultarnos más que tierno.
Pese a su fama, sus obras fueron muy cuestionadas, por ser un manierismo «sin elegancia», con figuras de formas muy pesadas, que querían ser imponentes y muy expresivas, pero acababan resultando excesivas, torpes y con unas muecas demasiado teatrales, que no se ven siquiera en el Barroco.
Bandinelli fue sin duda un artista problemático y follonero, pero no le faltaron encargos importantes, que lograba combinar con su mal genio y afán de sabotear a otros escultores. Sin duda, la Florencia de aquellos años, con tales rivalidades, debía ser emocionante.