Giorgione
Italia, 1477–1510
Giorgio Barbarelli da Castelfranco, llamado Giorgione es uno de los más interesantes y a la vez desconocidos pintores del Renacimiento Italiano. Los pocos datos de su corta vida (murió con sólo 33 años), la incerteza sobre cuántas y cuáles obras pintó y su asombrosa técnica hacen de él una leyenda, más aún sabiendo lo admirado y querido que fue por sus colegas coetáneos. Tiziano, nada menos, uno de ellos.
Hay incluso historiadores que afirman que Giogione jamás existió. Lo cierto es que oficialmente sólo se le pueden atribuir a Giogione seis obras, entre ellas «La tempestad» (1508), el primer paisaje no religioso del arte occidental. El artista trabajó mucho para coleccionistas privados (algo bastante raro, ya que se trabajaba sobre todo para grandes instituciones públicas o para la Iglesia) y de ahí su arte culto, en su mayor parte de carácter profano.
Sea como sea, Bellini, Tiziano y Giorgione, los tres artistas de la Venecia renacentista perfeccionaron el claroscuro y el esfumato de la escuela florentina creando un nuevo estilo que trasciende del renacimiento: el manierismo.
Giorgione en concreto destaca por su riqueza cromática, a años luz de la del quattrocento, el empleo del lienzo, ya que hasta ahora se usaba más la tabla, un mayor protagonismo del paisaje (paisajes con figuras en vez de figuras en paisajes) y desde luego su carácter profano, una rareza para un artista en esos años.
Giorgione murió a tan corta edad a causa de la epidemia de peste que asolaba Venecia. Según Vasari (y sabemos que no debemos fiarnos demasiado de él) al ser contagiado por su amante sin saber ninguno que incubaba la enfermedad.