


Hércules y Caco
Saco de melones.
En el año 1504, el imponente y magnífico David de Miguel Ángel queda situado en la Piazza della Signoria, frente a la fachada del Palazzo Vecchio. La decisión de situar esta obra en dicha ubicación provocó adaptar las obras que ya se encontraban allí y crear otras nuevas que armonizaran con ella.
Una de esas nuevas obras sería este encargo, el de un grupo escultórico que tratara la temática mitológica de Hércules, semidiós y héroe griego. Durante el Renacimiento, se recupera la tradición grecorromana y la mitología o religión pagana vuelve a hacerse muy popular en el arte como ejemplo de moral, para enseñar y educar sobre qué es lo correcto.
En este caso, el tema del grupo escultórico pretende ser una alegoría en la que Hércules representa la fuerza y el coraje, que derrota a Caco, el malvado e incivilizado.
Tras el éxito del David, la escultura se encargó de nuevo a Miguel Ángel, pero el artista ya estaba consolidado como uno de los grandes, y le surgieron encargos mucho más interesantes en Roma, junto a algunos compromisos realmente urgentes, por lo que decidió marcharse; sólo llegó a realizar un dibujo esbozado.
La cosa quedó así, y parece que el encargo se olvidó por completo hasta que varios años después (en 1528) se recuperó la idea de esta obra y se asignó a un escultor florentino: Baccio Bandinelli, que quiso crear una obra igual o superior a la de Miguel Ángel.
Terminó su escultura en 1533, y no tardó en recibir un aluvión de críticas y ridiculizaciones, sobre todo por parte de otro escultor también manierista y su mayor adversario: Benvenuto Cellini. Este talentoso escultor también fue escritor, relató su vida con un orgullo y vanidad notables, además de jactarse de otros artistas que él consideraba mediocres (entre ellos nuestro pobre Bandinelli, al que burlonamente se refería como Buaccio, que en italiano significa animalote). De Hércules y Caco dijo lo siguiente:
Si le esquilasen los cabellos a Hércules, no le quedaría cabeza donde aposentarle el cerebro; y su rostro no se sabe si es de hombre o de león. Está mal pegado al cuello, con tan poco arte y tan desgarbado, que nunca se ha visto nada peor. Además, sus hombreras se asemejan a los dos arcos de la silla de montar de un burro y sus pectorales y el resto de esos músculos no están sacados de un hombre, sino de un saco lleno de melones, colocado en posición vertical y arrimado a un muro.
Benvenuto Cellini, Vita II, LXX
Bandinelli, como podéis comprobar, acabó derrotado y pillando una increíble rabieta por semejante crítica. Este desafortunado artista fue una víctima más del Manierismo, en el que estaban tan obsesionados por imitar la maniera de los grandes (Miguel Ángel, Rafael…) que no se dejaban llevar por su propio estilo ni se esforzaban por imitar la naturaleza. Por eso muchas veces, los resultados de estas esculturas eran gigantismos torpes, mediocres y exagerados, tratando de imitar un estilo que no podía ser imitado.