Vertumno y Pomona
Con la excusa de la mitología romana, la genial artista representa al amor como un engaño.
Claudel, siempre a la sombra de Rodin, su mentor, amante y ladrón de ideas.
Pero nadie en todo el XIX consiguió tal grado de delicadeza y exquisitez. Menos aún en mármol, como en este ejemplo.
Con el impresionismo ya establecido, Claudel juega con la luz, las texturas y la composición para representar a dos amantes. En un principio anónimos, muchos vieron la representación de la ninfa de la mitología hindú Sakuntala, pero en 1905 se supo que en realidad eran Vertumno y Pomona, dos enamorados de la mitología romana.
Vertumno era un Dios que personificaba la noción del cambio, de la mutación, del paso de una estación del año a otra. Se le atribuía el don de transformarse en todas las formas o cosas que desease, y eso viene a ser la metáfora perfecta de la escultura.
Pomona, su amada, era la divinidad de la fruta (pomum: fruta). Todos querían acostarse con ella, pero sólo Vertumno tuvo esa suerte. El Dios, disfrazado como una vieja mujer, fue a felicitarla por las frutas de sus árboles y la abrazó de buen corazón y cuando se quitó el disfraz, Pomona cayó rendida de amor.
Eso es lo que nos muestra Claudel, que en esos años estaba medio de una crisis emocional, debido a sus desamores con Rodin.