La gran ola de Claudel
La artista siempre quedó a la sombra de su mentor y amante Rodin. Quizás la ola simbolice esa amenazante presencia, que al final acabó engulléndola.
La nunca suficientemente valorada Camille Claudel se inspira en “La gran ola” de Hokusai para este pequeño y maravilloso conjunto escultórico de tres bañistas cogidas de la mano que se agachan ante una ola que les viene encima.
La influencia del grabado japonés es evidente en la historia del arte moderno: el impresionismo bebió directamente de estos encantadores dibujos orientales, y Claudel, que formaba parte de la escena artística del momento quiso hacer también un homenaje a esta técnica tan exótica como atractiva.
En la escultura podemos comprobar el virtuosismo de la artista. Una talla perfecta sobre un material difícil de esculpir, que Claudel dota de movimiento, vida y emoción.
Quizás la ola de Claudel simbolice lo que la artista vivía en esos años: una tormentosa relación con Auguste Rodin, su mentor, amante y fuente de dolor continua. Quince años en los que se rumorea que el autor robó ideas, puso cuernos (en realidad nunca dejó a su esposa) e incluso obligó a abortar a Claudel, que aún así estaba profundamente enamorada.
Desgraciadamente, la escultora acabaría sus días en un psiquiátrico (imaginad una institución de estas características en esos años), diagnosticada con “una sistemática manía persecutoria”, “delirios de grandeza” y creyéndose víctima de “los ataques criminales de un famoso escultor”.
La escultora, como tantas otras mujeres artistas -anónimas o no- no pudo conseguir en vida el reconocimiento que merecía. Desde aquí se lo damos con reverencia y admiración.