Bailarina de 14 años
En vez de pintar a sus adoradas bailarinas, Degas, que se estaba quedando ciego, se puso a esculpirlas.
Una adolescente nos mira desafiante, con una pose elástica propia de una bailarina.
Degas adoraba a las bailarinas y como ya se estaba quedando ciego para pintarlas, decidió seguir plasmándolas en escultura. (Aunque se rumorea que el artista fingía estar más ciego de lo que realmente estaba para no tener que saludar a la gente que le caía mal).
Mostrada al público por primera vez en la exposición impresionista de 1881, fue puesta por el artista en una urna de vidrio. Un error, ya que por lo realista de la figura, parecía estar encerrada en la jaula de un zoo.
Los críticos la destrozaron… Y una vez más, los críticos se equivocaron, pues hoy esta pequeña figura es ya un icono de la escultura moderna.
Vestida con su tutú, la pequeña bailarina permitió al impresionista Degas lindar los límites de la lógica del realismo, y al hacerlo en cera, la chica parecía estar viva.
Hoy existen 28 vaciados en bronce en los principales museos públicos del mundo. Por alguna pieza en manos privadas se llegaron a pagar 20,6 millones de euros.