La Absenta
La bebida espirituosa de moda.
En el Café de la Nouvelle (Pigalle), Ellen Andrée y Marcellin Desboutins se toman una copa de esta bebida tan de moda a finales del XIX, sobre todo entre la juventud impresionista.
Conociendo a Degas, los protagonistas no estaban ahí sentados cuando el artista pintó la obra, sino en su estudio, y además seguro que posaron por separado.
¡Vaya cara se les debió quedar a ver el cuadro de su amigo Degas! Parecen una puta y un borracho…
El encuadre es típico de Degas, como en una fotografía, con las figuras descentradas y “amputadas” para mostar en primer plano la esquina de una mesa de mármol.
Y hay también un efecto típico de los impresionistas: El espejo de la pared, donde vemos el reflejo borroso de los dos protagonistas, aumentando más la sensación de embriaguez.
No hay relación entre ellos. Están juntos físicamente, pero claramente perdidos en sus pensamientos. Es culpa del alcohol, concretamente la absenta (el Diablo Verde), una bebida que por causar tremendas alucinaciones acabaría por prohibirse en media Europa.
Durante la década de 1860 la absenta se había vuelto tan popular que muchos bares y cafés indicaban que a las 5 p.m. se producía l’heure verte (“la hora verde”). Se convirtió por aquel entonces en la imagen principal del movimiento bohemio.
Por cierto, España es uno de los países en los que su consumo es todavía legal.