La clase de danza
El uso perfecto de la diagonal.
En ese histórico año de la primera exposición impresionista, Degas realizó esta obra en la que manda a la mierda toda norma académica aprendida y copia directamente las pautas compositivas de lo más moderno y excitante que se podía ver esa época: los grabados japoneses.
Como los maestros japoneses del Ukiyo-e, Degas eleva un poco el punto de vista (Valéry escribió: Degas es uno de los pocos pintores que tanta importancia hayan dado al suelo. Tiene unas tarimas admirables),
y de este modo el pintor consigue escorzos tan exagerados como expresivos. Además a Degas se le da por cortar por los bordes a quien se ponga por delante, como pasaría en una fotografía.
Y como en uno de esos maravillosos grabados que llegaron a Europa desde oriente gracias a las exposiciones universales, el artista construye este cuadro por medio de una pronunciada diagonal, del extremo inferior izquierdo al superior derecho.
Con ello el impresionista enamorado del ballet nos transmite dinamismo y fugacidad, como un instante congelado en el tiempo de gente moviéndose de forma armoniosa, espontánea y en cierto modo anodina, como en un momento de breve descanso tras el extenuante ensayo que está imponiendo el exigente profesor de baile.
Los que hayáis pasado por el espectacular museo del Orsay en París veréis que este cuadro tiene un gemelo y ambos son muy similares.