Musa durmiendo
La búsqueda de la esencia de las cosas.
Cabeza sin cuerpo de forma oval, que representa a una musa durmiendo.
Brancusi fue a la escultura lo que Kandinsky a la pintura. Sus aportaciones en el campo de la abstracción dieron como resultado nada menos que la modernidad en el arte.
Buscando siempre la esencia de las cosas, sobre todo en su amado cuerpo humano, sus investigaciones escultóricas dieron como resultado piezas como esta, cada vez más esquemáticas y pulidas.
Si no fuera por esa nariz y unos rasgos apenas sugeridos, la musa de cabeza reclinada sería un puro ovoide.
El huevo fue para él una de las formas más primigenias, más arquetípicas. Remitía claramente al origen de todo.
Y como llegó al punto de rechazar todo lo accidental, lo accesorio, al final buscó sólo la forma pura, absoluta, por lo que en definitiva es inevitable que llegara a la abstracción, aunque por su mala leche lo mejor era no decírselo a la cara:
“…hay imbéciles que dicen que mi obra es abstracta; eso que ellos llaman abstracto es lo más realista, porque lo que es real no es el exterior sino la idea, la esencia de las cosas”.
Como todo buen artista moderno de la escuela de París, Brancusi se enamoró de la escultura arcaica del Trocadero y en ella se basó para realizar piezas como esta “Musa durmiente”, de la que haría otras versiones con bronce pulido, mármol negro, amarillo o azul, alabastro…