Mujer ante espejo
La mujer cubista también es bella.
Picasso pinta a su amante Marie Thérèse Walter mirándose en un espejo. La pintaría más de 80 veces, aún estando casado con Olga Koklova.
La modelo se refleja deformada y esto se llegó a interpretar de un millón de maneras: desde el clásico tema de la vanidad o de la Venus del espejo, hasta el reflejo de la muerte, pasando por la maternidad o la vejez reflejada en la juventud.
Sea como sea, Picasso mezcla colores y formas sin restricción alguna, siguiendo su instinto, y consigue crear un retrato de enorme belleza, virtuosismo y sensualidad. Sin saber bien cómo, el artista confunde continuidad de planos, líneas y colores, creando un nuevo espacio. Y si nos ponemos metafísicos, casi llega a pintar también el tiempo.
En definitiva, Pablo consigue lo imposible: que una mujer cubista sea bella.