Carmen Herrera
Cuba, 1915–2022
Carmen Herrera se inicia en la pintura a comienzos de la década de los cuarenta, una vez que abandona su Habana natal y se establece en Nueva York con su flamante marido; para después de cinco años americanos, trasladarse ambos a un París de postguerra atestado de artisteo internacional. Allí, Carmen toma contacto con lo abstracto; maravillada, tropieza con el «arte degenerado», expone junto a Jean Arp o Francis Picabia y hasta le daría tiempo a crear obras Op Art, antes del Op Art. En Europa depurará su estilo de abstracción orgánica hacia algo más geométrico, depurado y limpio.
«Buscaba mi vocabulario pictórico… Me fui dando cuenta de que cuanto menos ponía en un cuadro más me gustaba».
A principios de los cincuenta la pareja regresa a Nueva York, donde la abstracción geométrica de la cubana resulta desapercibida: el expresionismo abstracto es la nueva epifanía artística en USA. Para más desdicha (a pesar de que la critica valoraba altamente su trabajo europeo) su obra sería rechazada por una importante galerista quien, aún alabandola, concluye que por su condición de mujer, lo suyo no sería vendible.
Herrera jamas volverá a intentar promocionar su obra, y durante medio siglo se dedicaría a amontonar en su estudio decenas de lienzos y bocetos de esculturas, desarrollando calladamente un Minimalismo Hard Edge (contornos duros) basado en el arte Concreto, muy en línea con reputadísimos contemporáneos masculinos como Frank Stella o Barnett Newman.
Sintiéndose libérrima con tal carencia de reconocimiento comercial, Carmen se compromete con su visión:
«Claro qué me interesaba vender mi trabajo antes y me mortificaba no hacerlo, pero no soy comerciante»… No he pintado ni por gloria, ni por dinero, lo he hecho por necesidad y porque se me da bien”
En 2009 una galería británica organiza la primera retrospectiva de su obra; el fenómeno Carmen Herrera se hace viral; a sus 94 años y después de cinco décadas de trabajo es descubierta por el mismo mundo del Arte que la ninguneó. Cotizada, vendida y expuesta de forma global, su trabajo goza de tan excelente salud como ella, ya que a sus 106 años, Carmen -aún en silla de ruedas y asistida por Manuel, su ayudante latino- sigue trabajando cada día en su luminoso loft manhattanito.