Cecilio Pla Gallardo
España, 1880–1934
Influido por su padre, primero estudió música, luego, motivado por la gente y el paisaje, se dedicó a la pintura. De ahí que Cecilio Pla y Gallardo, artista valenciano, en su Cartilla pictórica, un breve ensayo sobre la pintura, menciona que la sintonía del color es como una armonía musical; que el blanco y el negro son «antídotos» del paisaje colorista; que es recomendable estudiar fotografías, sobre todo para pintar multitudes; y que aconseja utilizar distintos materiales, ajenos a la obra, para prever el resultado de determinadas combinaciones.
Cecilio Pla buena parte de su vida se dedicó a la docencia, quizá inspirado por el que fuera su gran maestro, Emilio Sala, con quien no solo sostuvo una relación formativa, sino también de amistad y de oficio: juntos pintaron los murales de los salones principales del Casino de Madrid; aunque Emilio Sala no llegó a verlos finalizados. No fue la única vez que Pla embelleció uno de los edificios más emblemáticos de la capital española, también decoró el Círculo de Bellas Artes, edificación histórica de la Gran Vía.
Como su maestro, Pla incursionó en distintas tendencias y colaboró con varias publicaciones, como La ilustración Española, Americana y La Esfera; entre su obra gráfica también realizó el cartel del que fuera el primer baile con máscaras en el Círculo de Bellas Artes, en 1892. Y, como muchos pintores, viajó desde muy joven para descubrir y aprender, primero de Valencia a Madrid, donde estudiaría en la escuela de Bellas Artes de San Fernando; luego viajaría a Italia donde, a quién le queda duda, concibió la idea de una de sus primeras obras importantes: Dante: el círculo de los avaros.
Desde el extranjero envió su obra a las Exposiciones Nacionales de su país, a las que nunca dejó de participar, ¿obstinación o disciplina? En todo caso método que lo condujo a una carrera ascendente, primero obteniendo reconocimiento por sus obras costumbristas, como Las doce y Lazo de unión, hasta que, en 1910, obtuvo consideración de primera medalla con el cuadro Dos generaciones.
Sin embargo Pla había nacido en una ciudad con mar. Y el mar es (un tema pictórico) inevitable. Su vida en la capital se veía interrumpida por frecuentes visitas a su ciudad de origen. De ahí que su obra retrate tanto la plácida, y en ocasiones sórdida, costumbre española, como la luz y cadencia de la costa valenciana.