La mosca
Sonrisa contagiosa.
Una de las promesas artísticas de la Valencia de finales del siglo XIX era este pintor, Cecilio Pla, que no tuvo tanto éxito como Sorolla pero sí bastante de su talento.
En sus pinturas de esta época, Pla dejaría entrar de lleno la luz valenciana y poblaría los lienzos de figuras femeninas sonrientes y juguetonas, (unos personajes que quizás no se encuentran tanto en Sorolla), hasta tal punto que la prensa de la época lo calificó de «pintor de las mujeres», sea lo que sea que signifique eso.
Efectivamente, buena parte de sus personajes son mujeres a la moda moderna. Tías burguesas y urbanas, en poses informales y relajadas, como si posaran para fotografías. Cómplices con el pintor y por extensión con el espectador. Mujeres con sonrisas contagiosas (que casi casi están a nada de ser kitsch) habitando en pinturas a medio camino entre el retrato y la pintura de género. Puro juego.
De ahí el título del cuadro, que Pla deja bien claro en la parte superior izquierda. Yo no veo ninguna mosca en el cuadro, aunque es probable que ande volando por ahí. Asumo que se refiere a ella, ya que años después el pintor también realizaría La araña, una coqueta señora sentada en actitud de atraernos como moscas. [1]
En el caso de La Mosca, Pla introduce además un elemento nuevo: la cortina. El tejido semi-opaco da por un lado movimiento y por otro esa instantaneidad tan característica de sus pinturas, que no está reñida con el decorativismo de esos arabescos insinuados con pinceladas eficaces.
Con ese elemento tan pictórico (¿el artista chupó de Sargent, quizás?) Pla llena el espacio de blanco y negro y nos regala esta encantadora pintura que de alguna manera nos hace sonreír.