Cabeza de J.Y.M. IV
“Todas mis pinturas son resultado de centenares de transmutaciones“.
Cuarta versión del retrato de la cabeza de Juliet Yardley Mills, una de las tres modelos que Frank Auerbach utilizó a lo largo de su carrera (las otras fueron su esposa Julia y su amiga Stella).
Natural de Alemania, los nazis hicieron que el judío Auerbach abandonara su país y se refugiara en el Reino Unido de muy niño. Sus padres no corrieron la misma suerte y morirían en los campos de concentración.
En su nuevo país, se unió a la Escuela de Londres junto a Bacon y Freud (casualmente ninguno era natural del Reino Unido), que como vemos se caracterizaba por su profundo interés en el estudio de la figura humana.
Utilizando una técnica empastada que además de dar una gran tridimensionalidad a los cuadros, enfatiza la gestualidad de las pinceladas. Auerbach, como buen alemán, abraza claramente el expresionismo.
Sus retratos eran «una esencia física en carne viva» y son pintura pura y dura.
Su arte puede parecer improvisado, pero sus obras necesitaban cientos de sesiones y según dicen sus escasos modelos, había que estar sentados durante horas.
El propio autor afirmó: «Todas mis pinturas son resultado de centenares de transmutaciones».