Fra Filippo Lippi
Italia, 1406–1469
La vida de Fra Filippo di Tommaso Lippi es digna de telenovela, de hecho nada menos que Hollywood se planteó realizar una película, aunque acabaron echándose atrás.
Lippi nació en Florencia, en el seno de una familia muy humilde, su padre era carnicero. Tuvo la mala suerte de quedarse huérfano a muy temprana edad, y el único pariente vivo que le quedaba era una tía, que no quería hacerse cargo de él ni podía permitirse otra boca que alimentar, y optó por enviarlo a un convento de carmelita cercano (una solución muy común por aquella época, muchos niños y niñas de orígenes muy humildes acababan así), pese a que su sobrino era aún muy pequeño, y no tenía ningún tipo de vocación religiosa.
Allí recibió su educación, y a los 15 años lo aceptaron como nuevo miembro en la comunidad de frailes carmelitas, situada en el convento de Nuestra Señora del Monte Carmelo en Florencia.
No sabemos exactamente cómo inició Fra Filippo su vertiente artística. Según Las Vidas de Giorgio Vasari, el autor explica que este conoció a Masaccio, lo vio trabajar en los frescos de la Capilla Brancacci, en la Iglesia de Santa Maria del Carmine y quedó fascinado por tal labor, despertando su interés por la pintura.
En sus obras vemos una pequeña influencia de Masaccio, pese que acabará optando por la otra vertiente artística del Quattrocento, acercándose más a artistas como Fra Angelico: estará más interesado en la belleza y el preciosismo, no le preocupaba tanto la perspectiva.
Ganó cierta popularidad en Florencia, y recibió encargos de los mismísimos Medici. Cuentan que Lippi era algo inconstante, y Cosme de Medici, harto de esperar tanto tiempo a que acabara las pinturas que le había pedido, lo encerró en su cámara para que no tuviera más remedio que trabajar, pero Lippi se escapó por la ventana, con una cuerda improvisada atando sus propias sábanas.
El episodio más interesante en la vida de este artista se produce cuando se traslada a Prato, otra región de la Toscana, y mientras pinta una obra para el convento de monjas de la ciudad, conoce y se enamora de una tal Lucrezia Butti, una de las novicias. Cautivado por su belleza, Lippi pidió que posará para él como su modelo. El amor fue correspondido, y el artista secuestró a la joven y se la llevó con él.
Evidentemente, este amor clandestino supuso un escándalo en la época. Tuvo que intervenir Cosme de Medici, gran admirador de Lippi, que lo ayudó para que el Papa diera su beneplácito para colgar los hábitos, cosa que este aceptó.
Pudieron casarse, y tuvieron una hija y un hijo, Filippino Lippi, que sería pintor, igual que su padre.
Filippo Lippi fue el maestro de Sandro Botticelli, factor que se refleja especialmente en el tratamiento de las figuras femeninas de ambos, normalmente rubias, de gran belleza y expresiones melancólicas.
Su pintura, igual que Fra Angelico antes que él y Botticelli cuando siga sus pasos, se caracterizará por el misticismo, la espiritualidad y una belleza intangible e inalcanzable.