Sandro Botticelli
Italia, 1445–1510
El gran representante del renacimiento florentino del quattrocento, Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi. Fue apodado Botticelli pues su hermano tenía una obesidad parecida a un barril. Tal era su gordura que la extendió a los demás miembros de la familia.
Sandro adoptó ese nombre con orgullo y hoy brilla entre los demás autores del arte universal.
Su estilo no busca el naturalismo. Se inclinó más bien por la delicadeza y la gracia. Quizás por ello se le daban tan bien los retratos femeninos, sobre todo sus madonnas y diosas mitológicas. Mujeres ideales que afianzan sus ideas neoplatónicas, tan de moda en esa época. De todas formas no descuida el dominio de la perspectiva, una sobresaliente aplicación del color y su magnífica obtención de volúmenes.
Este neoplatonismo influyó en sus temáticas. Protegido de los Medici, Botticelli fue estimulado para que pintara los mitos de la antigüedad, alegorías paganas y demás novedosas temáticas. En esa época, pintar obras de gran formato que no fueran de religión eran toda una novedad, por lo que Botticelli fue uno de los primeros artistas en hacerlo, gozando de gran prestigio que quizás no tendría la veneración posterior de otros maestros del quattrocento.
También tuvo enemigos que no veían con buenos ojos su exaltación del paganismo. Entre otros, el fanático religioso florentino Girolamo Savonarola, que organizaba sus «hogueras de las vanidades» para quemar joyas, libros, objetos de lujo… y cuadros. Botticelli cayó algunos años preso de su secta, hasta que el propio Savonarola fue quemado en una hoguera.
Además Botticelli era homosexual y sería denunciado por ello anónimamente. Algo parecido le ocurriría a Leonardo da Vinci, ya que en 1502 la denuncia anónima era una práctica habitual. (Aunque la homosexualidad también, no olvidemos que los alemanes llegaron a utilizar el término florenzer, florentino, para denominar al sodomita).
De todas formas, Boticelli se salvó de la hoguera (si, ese era el castigo) y siguió pintando, aunque sería superado por las nuevas generaciones de artistas, y finalmente moriría olvidado y pobre a los 78 años.