La calumnia de Apeles
Una alegoría con mucho movimiento y simbolismo.
Nos encontramos en la República de Florencia, justo tras la caída de los Médicis. Es en este momento en el que Botticelli realiza esta pintura, en el año 1495. Por ser la época que es, podemos intuir que el pintor se sitúa en una Florencia inestable y que de ahí surge la idea de esta obra.
El artista florentino reconstruye otro cuadro de Apeles, un pintor de la Antigüedad, a través de una serie de escritos. Estas fuentes literarias provienen de un texto de Luciano de Samósata, que se titula Acerca de la Calumnia y que son mencionadas por Leon Battista Alberti en uno de sus tratados.
La pintura trata una escena alegórica ambientada en un fondo arquitectónico clásico, donde se prolongan las alusiones mitológicas y el Antiguo Testamento. Todo ello mediante los relieves y las estatuas representadas en los nichos y en las hornacinas veneradas.
Estas esculturas pintadas muestran el intenso estudio e interés de Botticelli por la Antigüedad, que a la vez otorgan a la obra el dramatismo que se merece. En la hornacina central, aparece representado David al más puro estilo de Donatello y en otros, a una serie de personalidades de gran importancia del cristianismo como San Pablo y San Jorge. En los relieves se pueden apreciar algunas escenas mitológicas como las que protagonizan Apolo y Dafne o Heracles y Licas.
Esta arquitectura se abre al exterior por arcos de medio punto con casetones que dan a un mar verdoso y un cielo celeste que marca la línea del horizonte.
Respecto al tema principal que da nombre a la obra, cuenta con diez figuras y la lectura de la escena se realiza de derecha a izquierda. En primer lugar se sitúa el Rey Midas sentado en su trono sobre el podio, con orejas de asno, haciendo referencia al mal juez. Éste se encuentra entre las representaciones que encarnan a la Sospecha y la Ignorancia, que son dos mujeres que le susurran al oído malos consejos. El Rey tiende sus manos hacia el frente, señalando al personaje masculino con hábitos de monje que representa la Envidia y que lleva de la mano a la joven y bella protagonista, la Calumnia. Ésta última arrastra por los pelos al Calumniado que pide que se revele la verdad, mientras que está siendo peinada por la Insidia y el Fraude, ambas representadas por dos mujeres.
Para el desenlace de la escena, vemos a la izquierda una anciana vestida de pesados ropajes tenebrosos, representando a la Penitencia, que vuelve su mirada atrás para contemplar la Verdad desnuda. Esta mujer sin ropa alza su interés en el cielo, pues en esta época se pensaba que la verdad procedía del cielo y que a través de la penitencia se salvaría al calumniado.
En cuanto a la técnica, Botticelli mantiene en todo momento una amplia gama de colores, una intensa luz que se realza mediante la decoración de oro que se aprecia en la arquitectura de la obra. Todo encuadrado por la perspectiva que otorga la arquitectura y con una característica común en toda la obra, el movimiento que conforman los personajes, los ropajes, las luces y las sombras.