Andrea Mantegna
Italia, 1431–1506
Andrea Mantegna es otro de los grandes pintores del renacimiento. Que no tenga asignada una tortuga ninja no quiere decir que no tenga importancia en la historia del arte. Todo lo contrario: Mantegna fue uno de los grandes renovadores del arte occidental sobre todo en lo que respecta a perspectiva y escorzo.
El pintor nació cerca de Padua y ya de niño (10 años) comienza a trabajar en un taller de pintura. Estudioso de las copias en yeso de las estatuas antiguas, se convirtió en el típico artista renacentista que adoraba lo greco-romano.
Padua era en aquellos años un importantísimo centro cultural, lleno de anticuarios, que hacen que Mantegna vaya creando su propio estilo basado en el pasado.
Con 27, consigue el mecenazgo de la marquesa de Mantua y durante casi 50 años puede vivir desahogadamente del arte, dedicandose a experimentar bastante. Un caso claro es su «Cristo en escorzo», que aún hoy sorprende por su audacia y brillantez técnica.
La figura humana clásica se convierte en una de sus obsesiones: cuerpos de perfectas proporciones, sólidos como estatuas pero de gran expresividad.
El pintor del Quattrocento no vió mucho del siglo XVI. Con 75 años moriría lleno de deudas pues su estilo ya estaba demasiado anticuado como para tener clientes. La llegada de los nuevos artistas de cinquecento apagó su fama, pero pese a todo aprendieron muchísimo de este maestro.