Piero della Francesca
Italia, 1416–1492
Perspectiva, proporción, ciencia, color… Antes del renacimiento estas nociones no se investigaban demasiado en las artes, pero con la llegada de artistas como Piero della Francesca todo cambió. Con él, un nuevo horizonte se abrió en la pintura.
Este artista nació en Borgo del Santo Sepolcro, donde también moriría. Se cree que se inició en el arte trabajando en el taller de un tal Antonio di Giovanni en esa localidad italiana. Muy pocos datos se conservan de esa época, por lo que todo son especulaciones.
Lo que sí se sabe es que sobre los 30–40 años recibe importantes encargos que incluyen pinturas para el Papa Pío II y descubre la obra de sus coetáneos, viendo a dónde se dirigía el arte.
También debemos saber que Piero della Francesa tenía una formación en matemáticas paralela su formación artística. Para Piero «el mundo existía sólo en cuanto estaba definido por medio de proporciones matemáticas» y ese orden en su cabeza se debió traducir en sus pinceles, pues una de sus grandes obsesiones artísticas fue el estudio de la perspectiva (en tratados y en pinturas).
Es su obra un enorme tratado de perspectiva, simetría, geometría y también de armonía, inclusive en el cuerpo humano.
Piero también innovó temáticamente. Pintura religiosa, por supuesto, pero también trabajó con igual importancia el retrato e incluso el paisaje.
Su paleta destaca por esa plasticidad que también tenía Masaccio y ese uso revolucionario de la luz como herramienta expresiva y generadora de atmósferas.