Madonna del parto
Bendito el fruto de su vientre.
1459: Piero della Francesca se va a Monterchi, pueblo natal de su madre recientemente fallecida, para realizar esta obra, probablemente en su honor y quizás en honor de todas las madres. Al parecer, en la zona se realizaban desde tiempos inmemoriales cultos paganos de la fertilidad, por lo que Monterchi estuvo siempre asociado a la maternidad.
Tras siete días de trabajo, Piero dio a luz a esta Virgo paritura (Virgen parturienta), tema que estaba muy de moda en la época y que podía aludir a la Iglesia como contenedora del Cuerpo de Cristo.
María está de pie, en pose frontal y mostrando orgullosa su barriga, que si no tiene nueve meses, poco le falta. Se desabotona el vestido y nos mira como diciendo «¡Hey! ¿Os queda clara ahora la naturaleza humana de Jesucristo?». En esos años, el debate sobre esta cuestión era muy encendido.
Nótese el color azul ultramar de su vestido, realizado con el carísimo lapislázuli, traído de Afganistán vía Venecia y no se puede obviar tampoco la simetría (dos ángeles idénticos a cada flanco), que para Piero era casi una firma. Sabido es que además de artista, Piero della Francesca era matemático, y sabía lo suyo de cálculo, álgebra y geometría, disciplinas que consideraba imprescindibles no solo para el arte, sino para la vida.