El sueño de Constantino
El primer escenario nocturno del Quattrocento.
Esta obra se inscribe dentro del ciclo de frescos sobre La leyenda de la Vera Cruz de la Iglesia de San Francisco de Arezzo, compuesto por doce episodios y otras representaciones. En particular, la escena del Sueño de Constantino nos ofrece el momento previo a la Batalla de Puente Milvio: durante la noche anterior al emperador se le apareció un ángel con el signo de la cruz, indicándole que bajo aquella imagen ganaría la batalla.
Nos sorprende Piero della Francesca con un escenario nocturno, siendo considerado de los primeros en la historia de la pintura del Quattrocento. Desde la parte superior de este cielo aparece el ángel que, además de portar la cruz, trae consigo la luz a toda la escena. Este foco de luz hace que el propio ser celestial y el soldado del primer plano queden a contraluz, efecto muy conseguido y totalmente innovador para la época.
Siguiendo con la escena, uno de los personajes que más nos llaman la atención es el sirviente que, apesadumbrado por tener que vigilar el sueño del emperador, nos mira con cara de circunstancia. Este hecho nos transporta directamente a la escena, constituyéndose así otro de los prodigios artísticos de la obra.
El tratamiento de la luz junto con el color resaltan los típicos volúmenes rotundos y geométricos característicos del autor: podemos fijarnos en la tienda de campaña ya que, aunque aparezca con gran detalle en los pliegues, no pasa de ser un cilindro y un cono. En definitiva, la obra nos ofrece un ambiente algo irreal, que nos adentra poco a poco en esa esfera mágica y de ensueño tan representativa de toda la obra de Piero della Francesca.