La Virgen de la granada
Madonna y su séquito.
Hacía tiempo que no veíamos un tondo, una obra circular. Aquí os presentamos uno de primera categoría, realizado en el primer Renacimiento por Sandro Botticelli, como podéis comprobar por la gracia y el encanto que tienen estas figuras. Nadie como él hasta ese momento (el siglo XV!!) había tenido semejante seguridad en el uso de la línea.
Y además es una obra que conserva su marco original, algo de lo más raro en la historia del arte.
Un grupo de figuras se reúne en torno a la virgen y el niño. Son ángeles, claro. Alados, andróginos y guapísimos. Posan muy afectadamente, mirándonos o mirando a otro lado, como modelos de moda. Y es que ya hemos hablado de que «Si Botticelli viviera hoy, trabajaría para Vogue».
El formato redondo, la simetría, esa monumentalidad, el rayo de la parte alta… Todo está pensado para el verdadero protagonista… el bebé.
Todo gira alrededor de ese niño Jesús que tiene en la mano una fruta que le ha dado la Virgen. Es una granada, que por el rojo de sus semillas está iconográficamente ligada a la pasión de Cristo y la sangre que derramó. Quizás por eso nadie está sonriendo en la pintura.
Más símbolos: las flores que tiene ese grupo de ángeles evocan a la virginidad de María.