Friedensreich Hundertwasser
Austria, 1928–2000
Friedensreich Hundertwasser fue un artista total (pintor, arquitecto, escritor, performancer, diseñador…). Ante todo fue un artista adelantado a su tiempo y un activo militante del ecologismo, algo que se filtró en toda su obra.
Nacido en Austria en una familia de madre judía y padre protestante, con la llegada del nazismo su madre decidió bautizarlo para salvarlo y lo alistó en las juventudes hitlerianas. Aún así estaba obligado a usar el brazalete amarillo y vivió escondido en un sótano hasta 1944 cuando ya era evidente que los judíos desaparecían de la noche a la mañana.
Quizás por esta infancia se cambió el nombre varias veces (casi lo hacía como una obra de arte en sí) y a veces Hundertwasser era conocido como Stowasser, Regentag o Dunkelbunt. «Yo tengo muchos nombres y soy muchas personas. Soy pintor, arquitecto, ecologista… Hay tantas cosas que hacer que yo siempre digo: me gustaría ser diez Hundertwasser para hacer diez veces más cosas. Como eso no puede ser al menos puedo tener muchos nombres».
Nómada, Hundertwasser vivió en cientos de lugares, casi siempre sin dinero pero creando arte. Sus influencias básicas eran sus paisanos Schiele y Klimt, pero hay numerosas cosas en su obra que recuerdan a muchos otros artistas como es el caso de Hokusai, Klee o Rousseau.
Ni una línea recta existe en sus cuadros (ni en sus edificios): «La utilización ciega, cobarde y estúpida de la línea geométrica recta, ha convertido nuestras ciudades en baldíos desolados desde el punto de vista estético, espiritual y ecológico…». Más bien abundan las espirales y siempre tintadas en intensos colores.
Le interesó mucho la temática ecológica. El mundo debería ser un paraíso lleno de color y líneas curvas y en su arte quería transportarnos a este Edén: «Un cuadro bueno está lleno de magia. Te hace sentir feliz, hace reír, o llorar, pone las cosas en marcha. Debe ser como una flor, como un árbol. Debe ser como la naturaleza. Es algo que se añora cuando no está».