Fritz Lang
Austria, 1890–1976
Pocos cineastas demuestran tan bien eso de que el cine es un arte como Fritz Lang, uno de los mejores y más innovadores directores de la historia. Trabajó en la época dorada del cine alemán y en la época dorada del cine de los Estados Unidos y en ambos contribuyó de manera incalculable tocando todos los géneros posibles, de la ciencia ficción al cine negro.
Estudió arquitectura pero sus paisanos Klimt y Schiele lo empujaron a la pintura y sobre todo a una vida bohemia que todo joven artista debe saborear. Viajó, trabajó en todo tipo de cosas, combatió en la Gran Guerra y finalmente descubrió que lo suyo no era la pintura, al menos en exclusiva.
Herido en la guerra empezó a escribir guiones y poco a poco se fue introduciendo en la industria del cine alemán, una de las más potentes del mundo en esos años (se pasó de 28 filmes anuales antes de la guerra, a 245 en 1919 y a 474 en 1922).
Hizo pelis de terror, de los bajos fondos y fantasía, y se convirtió en uno de los mejores directores de cine de la industria creando piezas de una originalidad y audacia que aún sorprenden hoy en día por su modernidad. Hasta Goebbels le propuso hacerse cargo de la dirección de la UFA, pese a sus orígenes judíos, pero Lang odiaba a los putos nazis y se largó del país, llegando a Hollywood.
Ahí realizó excelentes películas de cine negro, llenas de crítica social (una constante en su obra) y sobre el individuo en el mundo moderno.