Gerrit Dou
Países Bajos, 1613–1675
Los «pintores finos» llamados Fijnschilders brotaron por demostrar al mundo entero su calidad en la ejecución de la técnica al reproducir una realidad muy precisa donde cada detalle contaba. Esa atención por la perfección y el uso refinado de la luz y el color que usaban en sus creaciones despuntaban de sus contemporáneos. Ese sello lo tuvieron Franz van Mieris Sr, Adriaen van del Werff y nuestro pintor Gerrit Dou entre otros seguidores de la ciudad de Leiden en el siglo XVII durante el Siglo de Oro holandés.
Gerrit Dou tuvo a su padre como primer maestro y a partir de los 15 años ya era alumno de Rembrandt donde puso especial interés en la técnica del claroscuro. Los interiores íntimos de Vermeer también fueron de gran inspiración y, muchas de sus obras nos recuerdan a él. Como por ejemplo en su obra Una mujer tocando un clavicordio. A partir de aquí, creó su propio estilo. Un estilo muy meticuloso, en formato pequeño con pocos modelos en la escena y el uso de materia muerta como elementos sustanciales y con súmmum de detalles. Todo ello en una original composición en forma de ventana donde ver esa realidad hogareña donde se apreciaban diferentes actividades triviales.
Gerrit Dou se esmeraba tanto en su trabajo que se fabricaba sus propios pinceles y se mostraba obsesionado con la pulcritud del ambiente. Cuando pintaba requería de tiempo para una óptima ejecución, un tiempo que muchos modelos no toleraban. Cuentan que tardó 5 días en pintar una mano. Su reputación y el alto precio que alcanzaron sus obras podía permitirse esas creaciones tan concretas y perfectas. Entre sus clientes se encontraban la reina Cristina de Suecia, el archiduque Leopoldo Guillermo y el rey Carlos II de Inglaterra.
Las características de Gerrit Dou en sus cuadros eran el uso de la luz artificial, la técnica del trampantojo y, la repetición de sus modelos en la escena. Como ocurre en sus obras Anciana desenrollando hilos, Anciana leyendo o La cocinera, que resulta ser la misma modelo de edad avanzada que identificamos como la madre de Rembrandt.
Por toda su entrega, se ganó su respeto y el éxito le acompañó a lo largo de toda su vida.