Luca Giordano
Italia, 1634–1705
Luca Giordano, pintor del barroco tardío italiano, lo que quiere decir que fue uno de esos pintores que pintaban un estilo popular, pero en decadencia. Aunque Giordano siempre dijo que el buen pintor es aquel que gusta al público.
Su estilo era variado, llegando a copiar «a la manera» de los grandes maestros del arte italiano. Eso quizás fue uno de los aspectos por los que fue más criticado: el ser un poco «copión».
Su padre fue Antonio Giordano, un pintor bastante desconocido, pero que era muy amigo de nada menos que José de Ribera, toda una estrella del barroco italiano. Desde muy joven, Luca empezó a trabajar con Ribera en Nápoles, y estuvo viajando con él por toda Italia, adquiriendo una gran destreza en el arte de la pintura. En su carrera pinta sobre todo arte religioso y mitológico, siendo contratado por todo tipo de clientes, incluidos reyes.
Trabajó en España para Carlos II, y de hecho por Madrid hay muchos ejemplos de su trabajo, tanto en frescos como en lienzo (en el Museo del Prado hay la hostia de ejemplos del arte de Giordano).
Giordano destacó por ser muy rápido («Luca fà presto» era su apodo) y extremadamente prolífico, además de muy versátil en cuanto a estilo pictórico. Podía pintar «a la manera de» los grandes artistas del renacimiento, el manierismo o el barroco.
En realidad su estilo propio era una conjunción de estilos, una fusión de Nápoles y Venecia con Roma, con el tenebrismo riberiano siempre presente. Sus críticos lo acusan de ser un prolífico comerciante de todos los estilos sin ser maestro de ninguno
y de hecho tras su muerte, artistas y críticos lo consideraron prácticamente el responsable de la decadencia de la pintura española en el XVIII. Uno de sus defensores y recuperadores sería Francisco de Goya, que vio en el arte de Giordano algo a tener en cuenta.