El arcángel san Miguel y los ángeles caídos
San Miguel, justiciero de la noche.
Año 1666. En plena contrarreforma y con medio mundo creyendo que se iba a acabar el mundo, Luca Giordano representó el triunfo del bien sobre el mal con esta espectacular batalla donde san Miguel se carga a unos cuantos demonios como el justiciero Charles Bronson se cepillaba a una pandilla de punkies.
Ya os habíamos contado la guerra entre el ejército de Dios y el del ángel caído, pero aquí Giordano lo lleva al punto del claroscuro barroco consiguiendo un mayor dramatismo y estableciendo claramente cuales son los dos bandos en la lucha (¿un aviso para protestantes quizás…?).
El pintor napolitano pinta a san Miguel extendiendo sus alas de forma majestuosa y a los demonios sufriendo su ira mientras se retuercen en los fétidos azufres del Averno.
El rojo de los fuegos del infierno se refleja en los cuerpos torturados del bando perdedor, y los demonios se muestran con cuernos, alas de murciélago y orejas puntiagudas, aunque con anatomías perfectamente humanas.
El lienzo es enorme, desmesurado y en él se percibe la influencia del que fue el ídolo de Giordano, el genial José de Ribera, maestro del claroscuro y la narrativa cruda y naturalista, además de especialista en mostrar a la anatomía humana en el más angustioso dolor.