Claudio de Lorena
Francia, 1600–1682
Claudio de Lorena es uno de los paisajistas más importantes de la historia del arte, siendo considerado como el primer paisajista puro. Nacido probablemente en el año 1600, es un pintor barroco proveniente de un pueblo francés, en la región francesa de Lorena (de donde toma su apodo).
Sin embargo, en 1614 viajará a Roma, donde trabaja como discípulo del paisajista Agostino Tassi. De él adquirió el gusto por los amplios paisajes, los puertos de mar y las embarcaciones. Tras un breve periodo en su región natal volverá a Roma en 1627 donde vivirá hasta el fin de sus días. Aunque realizará diversos viajes por Francia, Italia y Bavaria estudiando la naturaleza.
El pintor es de origen humilde pero comenzó a ganar fama en Roma, hasta tal punto que el propio Papa le encargó dos cuadros por recomendación del Cardenal Bentivaglio. Durante toda su vida recibió encargos de la nobleza y la Iglesia, incluyendo los ocho lienzos que realizó para Felipe IV con el objetivo de decorar el Palacio del Buen Retiro. Por ello desde 1635 hasta su fallecimiento en 1682 realizó un libro de dibujos donde llevaba registro de todas las obras que realizaba, para así evitar falsificaciones, llamado Liber Vertatis.
Pero, ¿A qué se debe su gran éxito? En primer lugar, su concepción del paisaje fue totalmente innovadora, mostrando un paisaje ideal en el que el estudio de la luz cobra mucha importancia. Esta luz casi poética, define, envuelve y matiza el paisaje representado creando un entorno sereno y sosegado. Sus lienzos muestran un amplio espacio donde se crea una sensación de profundidad gracias a la progresiva pérdida de fuerza de los contornos.
El pintor barroco aprendió a plasmar la naturaleza haciendo bocetos al exterior. De modo que muestra una concepción bucólica y dulce de las costas napolitanas o la campiña romana. Esta visión está cargada de nostalgia de la grandeza de la Antigüedad, lo que también se manifiesta en la arquitectura.
En sus cuadros, los elementos naturales, la arquitectura, los navíos y las pequeñas figuras se distribuyen armónicamente. Además del paisaje, sus cuadros siempre tenían un tema mitológico, religioso o histórico. Este se representaba mediante las pequeñas figuras habitualmente en primer plano, cuyo pequeño tamaño refuerza el carácter monumental de los edificios y elementos naturales.
Claudio de Lorena fue un precursor en la importancia del paisaje, especialmente para los románticos franceses y sobre todo ingleses, como John Constable y William Turner. Este último fue un gran seguidor de la obra del francés, de hecho, cuando vio por primera vez un cuadro suyo se puso a llorar, y cuando le preguntaron por qué lloraba afirmó que porque él nunca sería capaz de pintar algo semejante.