Marianne von Werefkin
Rusia, 1860–1938
Marianne von Werefkin es una de las grandes representantes del expresionismo. Se podría decir que nació con estrella, al hacerlo en el seno de una familia perteneciente a la nobleza rusa, pero su suerte también sería su desgracia. Rica de nacimiento y con una madre interesada en las bellas artes, su más prematura inclinación hacia pintura se vio estimulada por ella y reforzada por los mejores instructores. Primero en la Escuela de Arte de Moscú y más tarde de la mano del impresionante Ilyá Repin, el llamado Rembrandt ruso, en la ciudad de San Petersburgo.
En el taller de Repin no sólo aprende pintura sino que además conoce a los jóvenes pintores, como a Jawlensky, con quien abordará vida y proyectos artísticos. Por esa época recibe buenas críticas y la vida le sigue sonriendo hasta que un aciago día de cacería (es lo que tiene pertenecer a la rancia nobleza rusa) sufre un accidente que le deja como recuerdo una deformidad en la mano derecha.
Su vida se ve truncada y apartada de los pinceles al menos durante diez años. La frustración que le supone abandonar la pintura, le llevará a centrarse en la carrera de otros pintores, en una búsqueda absurda por plasmar sus ideas artísticas en los lienzos de sus compañeros, como ella misma dejó escrito pensaba crear con manos ajenas, pero ahora es tarde, tarde, tarde, yo buscaba la otra mitad de mi misma. Pensé crearla, educarla en Jawlensky. Me topé con limitaciones y hoy se me hunden las manos.
En 1896 se muda a Munich con Jawlensky, en esta época la ciudad era un hervidero cultural y muchos artistas decidían instalarse allí. Marianne creó un centro cultural en su salón, en el que pintores, músicos, escritores y gentes de la cultura se daban cita. Marc, Kandinsky o Gabrielle Münter, fueron asiduos y con ellos formaría parte del grupo expresionista Der Blaue Reiter. Impulsora incesante del arte, ya había creado en 1891 La Asociación de Artistas de San Petersburgo, en 1909 la Nueva Asociación Artística de Munich y más tarde en Suiza, La Osa Mayor en 1924.
En una época en la que se produce una revolución en los lenguajes artísticos, Marianne considera que ante la disonancia que se genera entre el público y los artistas, la mujer debe ser la portavoz de esas nuevas ideas. Quizás piensa en la mujer para esa tarea, porque en realidad piensa en sí misma. Por un lado por las grandes inquietudes intelectuales que tenía, (Kandinsky no respetaba a nadie como a ella para debatir de abstracción y es probable que haya ayudado a conformar parte de las ideas del pintor en su ensayo De lo espiritual en el arte). Por otro lado la lesión en la mano y su frustración como pintora debieron de ser ambos acicates para crear esa idea de la mujer como mediadora e impulsora de las ideas artísticas.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial se traslada a Suiza con Jawlensky, hasta que se separan en 1921. Permanecerá en Ascona hasta su muerte, allí se dejará seducir por los paisajes con un lenguaje expresionista que también bebe de su viaje a Francia y su admiración por los nabis y los fauves.