Baldomero Romero Ressendi
España, 1922–1977
El sevillano Baldomero Romero Ressendi fue un perro verde. Desconocido, bohemio, maldito, oscuro, romántico en el mejor sentido de la palabra… Su obra está dispersa por todo el mundo, pero en España apenas es conocido. Raro es el museo español con una obra de Ressendi. Será por lo «oscuro» de su trabajo, será por la época (también oscura) que le tocó vivir, o por su vida, tan extravagante como su propia obra. Se dice de él que su carácter difícil a veces disfrazaba su apabullante talento.
Se formó en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, y ahí ya dejó claro su talento. Extravagante, pero con talento. Muchas envidias empezaron a surgir ahí, uno por lo bien que pintaba, y dos por su impertinencia, que algunos no digirieron bien. El clásico síndrome del genio gilipollas.
Gran conocedor de la historia del arte (desde luego tuvo en cuenta a su paisano Veláquez y a su ídolo Goya, que influyó muchísimo en cómo veía la vida), Ressendi no renunció a salirse de los moldes clásicos. Es por eso que su pintura es muy clásica y a la vez no lo es para nada.
Escándalos no faltaron en su carrera. Tuvo problemas con el mundillo del arte, con la Iglesia (a punto estuvo de ser excomulgado), y hasta con Franco (se dice que lo dejó plantado cuando lo estaba pintando). Por algún motivo salvó el pescuezo. Ressendi tenía muy buenos amigos en los sitios adecuados.
Se dice que 19 hijos en Sevilla se parecían bastante a Ressendi. Dicen que no dormía, que le gustaba el vino y el whisky, y que pintaba rápido y mucho.
En su producción hay de todo: obra religiosa, costumbrista, bodegones, de denuncia, mucho retrato (descarnado, Ressendi no mentía precisamente…), nunca paisajes, que detestaba. Y en todos sus cuadros se percibe algo muy andaluz. Difícil de definir, complejo de concretar, pero muy andaluz. Una especie de realismo expresionista andaluz con efluvios surrealistas y genética barroca.
El mejor pintor sevillano del siglo XX, dicen muchos. Casi una leyenda —su poca documentación biográfica ayuda a esto, pero abundan los rumores—, algo que para nada es malo para un historiador, después de todo de vez en cuando hay que inventar un poco…