Bodegón
Ingredientes para el caldo.
Siguiendo con la irreverente obra de Ressendi y se renovada visual sobre los grandes temas pictóricos, hoy analizamos uno de sus bodegones: un gallo muerto, algunas hortalizas, un par de botellas, una mesa harapienta y un cuchillo nos muestran su personal forma de entender un bodegón, y es que esto no es más que comida, ¿qué tendrá que ver todo aquello de los ricos jarrones, copas de cristal y cornucopias con la realidad del día a día? Y tenía razón. Su obra se contrapone tremendamente a los bodegones históricos que mostraban la abundancia y la opulencia; aquí se muestra sencillez de la manera más popular. Haría varios cuadros con esta temática y en casi todos ellos bien un ave recién sacrificada u otro animal (liebres, sardinas, etc.) se enmarcan en un espacio que brilla por su rural sobriedad.
Esta premisa se funde con otra de corte «fotográfico», pues la composición nos imbuye a pensar que no ha existido un estudio previo en la disposición de los objetos y que la escena fue pintada cuando el autor simplemente pasaba por la cocina. A simple vista, no existe la concienzuda metodología clásica en la obra de Ressendi, pero su dibujo y su trazo son marcas que avalan oficio y prodigiosidad. Haciendo una vista técnica minuciosa, los trazos rápidos que se marcan en las telas contrastan con las pinceladas más pesadas y pastosas del jarrón de porcelana, mientras que las botellas reciben un detalle más minucioso, al igual que el plumaje de nuestro protagonista.
El cromatismo obscuro característico en su obra se combina en el bodegón con los contrastes de los verdes lima, verdes botella y los ocres de algunos elementos. La luz es cenital, se apunta desde arriba; y entroncando con lo que decíamos anteriormente, parece que una bombilla (que se refleja tímidamente en las botellas de vino) a modo de foco fotográfico ilumina la mesa y esta última espera para ser retratada. Es de interés el estudio lumínico y los juegos de sombras que se generan en la interrelación de la mesa y los objetos que la colman, aunque si tenemos que quedarnos con algo, indudablemente elegimos la innata habilidad de Ressendi de (re)interpretar todo aquello que elabora en su caballete.