Nadín Ospina
Colombia, 1960
Pintor y escultor. La trayectoria internacional de Nadín Ospina le reconoce como artista pop. Utilizando elementos de la cultura de masas, del arte precolombino y de la prehistoria, realiza un discurso basado en el apropiación y la resignificación, evidenciando el conflicto moderno del sujeto y el postmoderno de la transculturalidad y el postcolonialismo.
Sus series escultóricas de índole antropológico, transmiten un punto de vista punzante sobre la identidad comunicándose con ironía, crítica y humor.
La apropiación se convierte en pieza de engranaje fundamental en la obra de Nadín Ospina, su obra crea un conflicto. Como una estrategia de resistencia, hace una exploración hacia nuevos lenguajes del arte que permitan una reflexión social, cultural y hasta política donde convergen tiempos, situaciones, visiones de cultura y relaciones geopolíticas.
El carácter híbrido de su obra nos remite a las operaciones de resignificación que los individuos de sociedades periféricas hacen de los productos de la cultura de masas. Pone en evidencia el estado de constante redefinición en que nos encontramos como consecuencia del auge de las redes de comunicación y de los intercambios económicos mundiales.
El contexto en el que se desenvuelve el discurso de Nadín Ospina, es la observación de cómo el arte prehispánico tiende a ser un espacio ceremonial contemporáneo que intenta reconstruir, o al menos apropiarse, de un pasado glorioso que permita acceder a una cierta identidad para suplir unas ciertas expectativas de autenticidad, pero que a la postre en la recuperación de ese discurso, podría haber contenida una visión estereotipada, una representación inexacta de la realidad convenientemente conservada por determinados sectores para conservar una jerarquía del poder.
Tal y como apunta Frantz Fanon en su libro Piel negra, máscaras blancas:
Ser colonizado es más que ser subyugado físicamente, es serlo culturalmente, es perder el lenguaje propio y absorber el lenguaje del otro.