Cindy Sherman
Estados Unidos, 1959
Cynthia Morris Sherman usa dos herramientas para su arte: la fotografía y a sí misma. Un día giró su cámara y vio que sacando fotos de ella misma podía hablar de los temas que le interesaban: el papel de la mujer, el papel del artista, la identidad… Pero sus imágenes no son para nada autorretratos… Son arquetipos, clichés, imágenes ambiguas y espejismos típicamente post-modernos.
Sherman fue una niña normal en los suburbios de Nueva Jersey hasta que se fue a estudiar arte a la universidad. Empezó con la pintura pero necesitaba «algo más». Comezó así a usar la cámara de fotos y a desarrollar sus ideas con ella.
De hecho, muy pronto descubre que todo lo que tiene que contar lo puede hacer sacándose fotos de sí misma, no como un autorretrato, sino representado papeles de todo tipo, creando personajes, fabricando identidades.
Son mundos de fantasía tomados del cine o de otras artes. Son manipulaciones que a veces parecen asombrosamente reales. Son parodias y suplantaciones, subversiones de obras ajenas, series interminables de su camaleónico rol como mujer.
Sherman fue también importante para el movimiento artístico feminista al darle protagonismo al cuerpo y la psique femenina, o al criticar la femineidad patriarcal, o al mostrar la redirección imaginaria de la mujer en una sociedad gobernada por hombres. o al mostrarla forzada a interpretar su género.
Hoy sigue creando imágenes, explorando arquetipos y reflexionando sobre el arte. Sigue saliendo en sus propias fotografías, pero en muy pocas de ellas podemos ver a la auténtica Sherman. De todas formas, desde que ella empezó en eso del arte, tanto los medios de comunicación como los famosos que los nutren, son meras imágenes manufacturadas y manipuladas más determinadas por el mercado que por la propia persona.