Séraphine Louis
Francia, 1864–1942
Séraphine Louis (o Séraphine de Senlis por su tierra natal) fue una pintor francesa de estilo Naíf. Fue una artista autodidacta que empezó a pintar inspirada por su fe religiosa. Creadora de una pintura muy colorida (que recuerda a las vidrieras de las iglesias que tanto le gustaban), Séraphine pintó cuadros de una intensidad espectacular, y sobre todo de una honestidad pocas veces vista en el arte. Es raro que la vida y la obra de un artista se mezclen tanto.
Nacida en una familia humilde, se quedó huérfana de madre muy pronto. Pocos años después su padre también dobló la servilleta. Entonces la niña se quedó a cargo de su hermana mayor.
Séraphine trabajó como pastora, trabajadora doméstica en un convento y ama de llaves para las familias pudientes del rural francés.
Pero por las noches, a la luz de las velas y reventada por el duro trabajo, Séraphine sacaba fuerzas para dedicarse a una afición secreta: la pintura. Con el tiempo, almacenó en su habitación decenas de pinturas de un estilo inédito hasta ahora en el arte. Un estilo personal, autodidacta y sobre todo honesto.
En 1912, casi por casualidad, estas pinturas fueron descubiertas por el coleccionista alemán Wilhelm Uhde (uno de los primeros coleccionistas de arte cubista y mecenas de gente como Rosseau, otro ilustre pintor naíf). Uhde descibrió un bodegón de manzanas en la casa de su vecino y se asombró al saber que Louis, la empleada de limpieza de casi cincuenta años, era la artista.
El entusiasmado Uhde quiso apoyar a Séraphine, pero la I Guerra Mundial hizo que tuviera que marcharse de Francia. Un alemán no era bien visto.
Años después, al volver en 1927, se reencontró con la fascinante ama de llaves, que había seguido pintando. Bajo el patrocinio de Uhde, Séraphine comenzó a pintar grandes lienzos, algunos de dos metros de altura y se convirtió en una prominente artista naíf.
Las obras de Louis eran pura fantasía. Color estampado en lienzos que representaban fascinantes arreglos florales. Ella misma se preparaba los pigmentos con una receta secreta que nunca reveló a nadie. Aún hoy en día brillan.
De pronto, los cuadros de Séraphine eran no solo valorados, sino comprados por grandes sumas de dinero. La humilde pintora de pronto era relativamente rica. Aunque lo cierto es que no supo manejar muy bien esta pequeña fortuna. Desde siempre había sido excéntrica, pero en 1932 tuvo que ser internada. Sufría psicosis crónica.
Séraphine vivió internada el resto de su vida. Sola en un psiquiátrico. Al morir fue enterrada en una fosa común.