Winifred Knights
Reino Unido, 1899–1947
Winifred Margaret Knights, enamorada del quattrocento italiano, realizó un arte moderno inspirado en lo antigua, dando como resultado una especie de extraño estilo naïf de gran poder evocador.
Vivió su niñez dibujando en la Inglaterra de la Primera Guerra Mundial, algo que por supuesto marcaría a cualquiera. Los zepelines sobre Streatham le provocaron ataques de ansiedad y se retiró a la granja de sus primos en Worcestershire, donde pudo vivir en armonía con la naturaleza y se dejó influir por su tía Millicent, defensora de los derechos de las mujeres. De ella copió su bohemio y característico estilo al vestir.
Knights tenía talento, y a los 21 años ya era considerada una de las pintores más prometedoras de su generación. Muy joven consiguió convertirse en la primera mujer en Inglaterra en ganar la prestigiosa beca en pintura decorativa otorgada por la escuela británica en Roma.
En Italia vivió unos años y se empapó del paisaje y del arte clásico, definiendo su particular estilo. Esos frescos se convirtieron en su musa. Su ojo preciso para los detalles y una sorprendente comprensión del color, la forma y la composición se disfrazaban de ingenuidad primitiva, algo muy moderno para la época.
De vuelta a Inglaterra, gozó de un breve período de éxito pero al final su perfeccionismo y el hecho de ser mujer a la sombra de su marido, además de un aborto y su permanente ansiedad apagaría su prometedora carrera.
Cuando Knights murió de un tumor cerebral con 47 años, poco a poco su figura se fue olvidando, hasta que fue recuperada hace muy poco.